Si estas atento te das cuenta del momento clave en el que tu mundo deja
de girar entorno a un eje impuesto por frívolos físicos y comienza a
rodear, contra toda ley de la física, a esa persona.
Fea o guapa. Listo o tonto. Chico o chica. Esos pequeños factores son lo
de menos, porque lo único que importa en ese infinito instante es esa
persona, su bien estar. Que sea feliz, tanto si eso te incluye como si
no.
Cuando el centro de tu órbita varía, tu vida da un giro radical. A
veces para bien, y otras, más comunes, para la desolación difícilmente
curable.
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